Crecimiento Estratégico
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"Buscado el bien de nuestros semejantes,encontramos el nuestro".Platón
sábado, 14 de marzo de 2015
viernes, 19 de diciembre de 2014
Qué mueve o motiva el comportamiento de los votantes
La vida política democrática se basa en el ejercicio del
poder sobre la base de un sistema representativo, en el que periódicamente los
ciudadanos otorgan su confianza a un grupo de personas organizado, estos son
los partidos políticos o las coaliciones, para la administración de un cargo
público.
Tal ejercicio político, trascendental en la vida democrática son las
elecciones, donde se espera que los ciudadanos se pronuncien libremente ante
distintas opciones que se les ofrece.
En las campañas electorales, el voto es el acto por medio
del cual el ciudadano manifiesta una
simpatía o antipatía, hacia un determinado partido o coalición de partidos, su
programa electoral y sus candidatos. En
este sentido, el voto representa la decisión suprema del elector, motivado por diferentes factores y
motivaciones históricas y circunstanciales, que
se manifiestan, concretan y depositan en la urna.
El voto es un acto cargado de significados culturales, que refleja en su orientación costumbres, hábitos, preferencias, filias y fobias políticas. Es decir, el voto también es resultado de un proceso sociocultural y político. En este sentido, refleja al propio votante: su pasado, su presente y su futuro.
El saber qué es lo que mueve o motiva el comportamiento de
los votantes en una coyuntura o contexto
electoral es una interrogante que ha estado presente durante muchos años en
las indagaciones no sólo de los
estudiosos de la ciencia política, sino también de otras disciplinas científicas como la sociología,
la antropología, la psicología y la mercadotecnia política; pero sobre todo, de los políticos y
candidatos que durante los procesos electorales
tratan de incidir o generar ciertos efectos en la conducta y
comportamiento de los ciudadanos.
Sin embargo, el interés por conocer qué es lo que mueve al
votante y afecta su conducta o
comportamiento electoral se remonta al año 53 antes de Cristo, cuando
Quintus Cicerón escribió el libro
intitulado Puntuario Electoral, documento en el que le proveía una serie
de consejos y recomendaciones a su
hermano, Marco Tulio Cicerón, para que ganara un espacio de representación pública en el
Consulado Romano. Conocer a la gente, saber de
sus problemas, necesidades, costumbres y sueños, era ya una de las
principales recomendaciones que se les
daba a la clase política para ganar y conservar el poder desde aquellos tiempos. Es decir, saber qué mueve o
motiva a los votantes debe ser parte medular
de la estrategia de quienes aspiraban a ganarse su apoyo.
Las investigaciones y estudios que se han realizado sobre el
comportamiento electoral, concluyen que
el voto es de naturaleza multifactorial. Es decir, no es solamente un factor
el que determina e incide en la conducta
del votante y explica su comportamiento, sino que son diferentes los factores que lo
determinan.
La clasificación que tradicionalmente se hace de los electores,
por sexo, nivel de estudios, ocupación y edad, toma en consideración la orientación de su voto y las
simpatías o antipatías políticas que se han
formado los ciudadanos a través de los años.
De esta forma, la segmentación habitual de mercados ha clasificado a los electores en
cuatro categorías: El voto duro, el voto blando, el voto opositor y los indecisos.
El primero, se
utiliza para describir a los electores que
muestran gran identidad, lealtad e identificación con un determinado
partido, de tal forma que siempre
votarán por él independientemente de los candidatos que postulen o la circunstancia política que se viva en el
momento.
Por su parte, el votante blando es aquel que tiene cierta
afinidad e identidad con alguna sigla
partidista, orientando su voto tradicionalmente por ese partido. Sin embargo,
no es completamente seguro, ya que evalúa la coyuntura del momento, el tipo
de candidatos postulados, así como el
carácter y naturaleza de su oferta electoral. Este sector de electores, puede decidir no acudir a las
urnas el día de las elecciones o incluso, puede
votar a favor de otro partido, ya que, como su nombre lo dice, el grado
de identidad y simpatía política del
elector con el partido es elástica.
El voto opositor, en cambio, es el voto duro de los otros
partidos. Como su nombre lo señala, los
electores manifiestan su oposición o rechazo hacia el partido y los
candidatos que postula, por lo que la
estrategia política que se recomienda consiste en no perder ni tiempo, ni
recursos en ellos. Estos son los electores que nunca votarían por un
determinado partido, así hayan postulado a buenos candidatos o su plataforma
electoral sea la más pertinente.
Finalmente, el elector indeciso es aquel poco involucrado en
la política, que no manifiesta
identidad, simpatía o lealtad con ninguna fuerza partidista. Es un
elector poco informado de los asuntos públicos y que, por igual, puede decidir
votar por un partido u otro, o incluso, no votar.
El acto de votar sintetiza y refleja las lealtades político-electorales, los sueños y esperanzas de la gente, así como los temores y, de cierta manera también, los rencores sociales, sus filias y sus fobias.En el acto de votar, el elector no sólo se enfrenta y se reencuentra con la urna, sino también con sus problemas, sus necesidades, sus emociones, sus deseos, sus pasiones, sus expectativas y sus sentimientos. Es decir, el elector es él y sus circunstancias, en la que múltiples factores inciden en su comportamiento y definen la orientación de su voto.
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